La semana pasada tomamos algunas fotos nuevas de nuestras carcasas ópticas.
Parecen simples a primera vista, pero cada uno representa cientos de pequeños ajustes: en mecanizado, pulido y ensamblaje.
A primera vista, un tubo de lente o un cilindro de enfoque pueden parecer simplemente otra pieza de metal.
Pero en la fabricación óptica, la precisión no es sólo una cuestión de números: es una cuestión de consistencia.
Cuando una sola tolerancia se desvía unos pocos micrones, la alineación de toda la trayectoria óptica puede cambiar.
Por eso, cada proceso, desde el mecanizado CNC hasta el tratamiento de superficies, debe mantenerse estable y repetible.

La mayoría de estas carcasas están fabricadas en aluminio y acero inoxidable.
Los orificios interiores están mecanizados con un acabado de espejo para evitar la luz parásita.
Mientras que las superficies exteriores pasan por un proceso de arenado y anodizado para proteger el acabado y mejorar el manejo.
No es un trabajo glamoroso, pero es lo que garantiza que cada lente o prisma esté exactamente donde debería estar.

Trabajar con componentes ópticos también significa comprender cómo interactúa el metal con el vidrio.
Un buen diseño mecánico no solo sujeta la lente firmemente, sino que también permite el ensamblaje, la estabilidad térmica y la facilidad de alineación durante el uso.
Son detalles que a menudo pasan desapercibidos, pero que marcan una gran diferencia en el rendimiento y la durabilidad.

No pretendemos que las cosas suenen extraordinarias: simplemente nos centramos en hacer bien cada pequeño paso.
Así se construye la verdadera precisión: silenciosamente, capa por capa, parte por parte.

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